Sin darnos cuenta, a partir de nuestro sentido de la solidaridad, vamos asumiendo dos roles extremos: víctima o heroína. Sin embargo, cuando asumimos el control de nuestra vida y empezamos a ser las protagonistas de nuestra propia película, podemos encontrar el equilibrio.
Algunas veces actuamos de manera simultánea: víctima en casa y heroína en el trabajo o al contrario, victima en el trabajo y heroína en casa. Y así pasamos los días, quejándonos en un espacio y luciéndonos en otro, o puede ser que nos quejemos en ambos.
Si permanentemente te quejas de lo que has perdido, si constantemente reclamas ayuda y siempre estás a la espera de que alguien te socorra, abre los ojos, te puedes estar convirtiendo en una víctima.
Si siempre vas al rescate de algo o de alguien, si no paras de correr de un lado para otro llevando y trayendo medicinas, frazadas y alimentos y pasas la noche sosteniendo la linterna para que alguien no esté a oscuras, puede ser que estés actuando como una heroína.
Las víctimas sufren el dolor de la pérdida y enfrentan la incertidumbre de no saber cómo rehacer la vida; las heroínas no siempre son vistas, no siempre reciben reconocimiento y luego de que salvan la situación, pueden sufrir la más dura soledad.
Las mujeres estamos diseñadas para dar sin medida, para abrigar y contener y si queremos mantener el equilibrio, debemos saber dosificar oportunamente nuestra generosidad y enfocar con acierto nuestro sentido de la solidaridad; saber reconocer cuando debemos actuar para salvar una situación y cuándo realmente, necesitamos ayuda.
Y si en la revisión de nuestra capacidad de dar, descubrimos que queremos siempre ayudar entonces podemos enfocar nuestro esfuerzo sumándonos a alguna causa humanitaria; hay cientos de fundaciones esperando voluntarias. A lo mejor nuestra iniciativa y nuestras ideas sirven más a quien realmente lo necesita y dejamos de actuar como heroínas con nuestra pareja, con nuestros hijos, en nuestro trabajo o con nuestra familia.
"Actúa de tal modo que cada acto tuyo
sea digno de convertirse en un recuerdo"
Immanuel Kant