"El único amor eterno que existe dura 4'06 y lo canta Juan Gabriel", dice en la página de Face de un amigo, desconozco el autor de la frase, pero de alguna manera por medio del humor podemos reconocer la tristeza y la frustración que podemos sentir al pensar que el amor se acaba.
El amor no sólo es eterno sino infinito e inconmensurable, no se puede medir, sale del corazón, es un rayo de luz que se enciende cuando nos conectamos con algo que nos da alegría, gozo y entusiasmo.
Se acaban las relaciones afectivas, los matrimonios, las amistades, los vínculos, los encuentros, el compartir, pero el amor genuino que alguna vez aparece en el corazón, se queda ahí esperando otro camino por donde pueda fluir.
El amor no empieza y no termina; es una energía que fluye de corazón en corazón cuando lo permitimos. La ira, la rabia o la confusión solo interrumpe el flujo del amor y nos congestionamos, nos indigestamos de amor, tratando infructuosamente de matarlo.
El amor no se puede sacar de corazón; podemos ocultarlo, taparlo, disfrazarlo, pero no eliminarlo, y ese es el terrible conflicto emocional en que caemos, tratando de acabar con algo que en esencia es eterno.
Cuando lo que sentimos por otra persona es verdadero amor, ese sentimiento no se marcha nunca; en vez de gastar energía en tratar de eliminarlo, lo que nos puede hacer mucho bien es reconocerlo, retomarlo, transformarlo, y darle nueva fuerza para volcarlo en otro corazón, en muchos otros corazones, en todo cuanto nos rodea.
Si pensamos que nuestro amor es incondicional y que no está enfocado en una sola persona, o en un grupo limitado de personas sino en millones de personas, vamos a permitir que nuestro amor se expanda, crezca, se multiplique y nos sostenga en una retro alimentación constante y maravillosa con el universo.
Al retener y esconder el amor nos evenenamos; porque el amor dura lo que dura la eternidad y fluye, cuando lo dejamos fluir.
"El amor es eterno, mientra dura"
Vinicus de Moraes
