Cualquier proceso de sanación y crecimiento personal que sea auténtico debe pasar por activar nuestra capacidad para perdonar.
Perdonar a quien creemos que nos ha herido; perdonar al que nos ofendió, al que nos quitó, al que nos hirió con sus palabras o sus actos.
Cuando perdonamos traemos compasión a nuestra vida; nos sensibilizamos, abrimos el corazón y así podrá entrar más amor.
Mantenerse en el rencor equivale a seguir con veneno circulando por nuestra sangre y tarde o temprano contaminamos toda nuestra vida, pasando por el cuerpo que desarrolla alguna enfermedad como evidencia de lo que se ha quedado estancado.
Perdonar es recordar la ofensa y verla como un error que alguien cometió por miedo, por debilidad, por ignorancia. Así no tengas la oportunidad de tener frente a frente a quién necesites perdonar, trae su imagen a tu mente y dile con tu corazón que la perdonas para que siga en paz con su vida y tu puedas liberarte.
Perdonar es soltar el pasado para poder vivir en el presente.
"El perdón cae como lluvia desde el cielo a la tierra.
Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe".
William Shakespeare