¿Qué es el Coaching Holístico?

Informedades

  Si hacemos conciencia de que el cuerpo es la materialización del alma, vamos a poder interpretar cada síntoma como aquella alarma interna ...

lunes, 23 de febrero de 2015

Asumir la edad

Muchas mujeres se envejecen antes de tiempo y otras se niegan a dejar la infancia y aún la adolescencia queriendo lucir como de veinte cuando tienen cuarenta.

Por fortuna, los códigos de la vejez están cambiando y ahora se entiende mejor que la juventud ante todo está en el espíritu;  el cuerpo cada vez envejece más tarde, al menos para quienes se han hecho conscientes de su bienestar y procuran buscar armonía.

Los esfuerzos por lucir más joven consumen una gran cantidad de energía; muchas mujeres y no sin razón, ven el paso del tiempo como un implacable enemigo que pone en riesgo el trabajo, la pareja y en últimas el amor propio, porque hay que aprender a quererse con arrugas, verrugas, manchas y achaques, que de todas formas llegan con el desgaste de esta maravillosa maquinaria de carne y hueso.

Asumir la edad es un paso importante en la construcción de un camino de felicidad, entre otras cosas porque nos hacemos conscientes de las oportunidades que podemos estar perdiendo o ganando al llegar a cierto número de años.

Lo que envejece y produce arrugas son los desequilibrios emocionales no resueltos a tiempo; bronca, enojo, angustia, amargura o exceso de ansiedad por lograr algo.

Es importante tener conciencia de lo que se puede obtener o perder en determinadas edades y avivarse a tiempo para aprovechar las oportunidades.

A la mujer la marca muchísimo el hecho de llegar a cierta edad y sus logros en términos de pareja y maternidad; el asunto laboral le pega más fuerte que al hombre, porque hay mayor discriminación, un ejecutivo de 60 es un experto, mientras que una ejecutiva de 60 es una vieja. Infortunadamente la Publicidad contribuye a hacer que la mujer caduque antes de tiempo y que muchos hombres sólo valoren a mujeres jóvenes en el ámbito laboral, social y de pareja. 

No debemos dejarnos afectar por la llegada a los 30, 40, 50, 60, 70 y aún 80; el espíritu no tiene edad, es eterno y podemos revitalizarlo a cada momento. 

En lo terrenal nuestro cuerpo está diseñado para estar con relativo bienestar físico alrededor de cien años; sólo Dios o el Universo determinan cuánto vamos a estar por aquí, por eso no nos preocupemos y vivamos a plenitud cada momento. Aquí y Ahora.

"Es preferible ser viejo menos tiempo 
que ser viejo antes de la vejez"
Cicerón
Escritor, político y orador romano.
106 AC - 43 AC

jueves, 19 de febrero de 2015

¿Podremos superar la envidia?

Los hombres suelen ser mas solidarios entre ellos que las mujeres; nosotras estamos en una constante y tácita competencia en la que nos hemos dejado meter sin darnos cuenta, y lo peor es que no hacemos mucho por transformar ésta dinámica que en el fondo no nos deja progresar.

Los hombres se admiran mutuamente, se contratan, se dan premios unos a otros, se elogian desde los medios, se recomiendan en los trabajos y en general mantienen una solidaridad de género que no hemos podido desarrollar las mujeres. 

Las mujeres sufrimos de una emoción que parece estar menos desarrollada entre los hombres: envidia. 

Quizás tiene que ver con siglos y siglos de discriminación y sub valoración; a lo mejor traemos un trauma colectivo y seguimos pensando que tenemos que abrirnos paso a codazos porque infortunadamente sigue siendo así en muchos contextos y tristemente las propias mujeres son las que le cierran las puertas a otras mujeres, por miedo a ser superadas.

Si cada mujer pensara en ayudar más a otras mujeres y realmente le abriera espacios laborales, culturales, sociales, podríamos prescindir de ciertas prácticas indeseables que usamos para ganar espacios en un mundo con predominio masculino.

Si lográramos ver que en las otras mujeres está nuestro reflejo y en vez de poner palos en la rueda podemos reconocer el liderazgo femenino y apoyarlo tanto como al liderazgo masculino, tendríamos más y mejores oportunidades.

Son las mujeres las que predominan en las áreas de selección y contratación laboral, cupos de estudio, ascensos, permisos, premios, becas. ¿Por qué entonces nos cerramos nosotras mismas los caminos? Por envidia. 

Y la envidia se cura cuando uno reconoce sus debilidades y admite las fortalezas del otro, sin miedo, con generosidad y amor incondicional.

Desde este breve espacio, ¡Proclamo que muera la envidia entre los seres humanos! y por el progreso de la humanidad, ¡Que muera la envidia entre las mujeres!

"La amistad entre dos mujeres 
comienza o acaba por ser un complot 
contra una tercera"
Alphonse Karr
Escritor francés
1808 - 1890




jueves, 12 de febrero de 2015

Equilibrar la relaciones

Uno de los principales factores de nuestro desequilibrio emocional proviene de mantener relaciones desequilibradas; dar más de lo que se recibe o no recibir lo que se espera. 

Si bien la generosidad consiste en dar sin esperar nada a cambio y recibir con gratitud, emocionalmente, no funcionamos así, damos porque queremos y necesitamos recibir; y necesitamos que haya equilibrio, correspondencia, reciprocidad.

Es posible equilibrar las relaciones, se requiere coraje, disciplina y sinceridad; admitir que se tiene un déficit y sobre todo no conformarse, no acostumbrarse a estar en desequilibrio y hacer los ajustes que se requieran, todos en nuestro mundo, no en el mundo de los demás.

Einstein decía que si se quieren resultados distintos, hay que hacer las cosas distinto, esa puede ser la clave para comenzar a equilibrar las relaciones.

Uno decide cómo ser y hacer cada día, basta mirar de frente aquella relación que más desequilibrio nos está causando y actuar distinto. 

Cuando uno cambia, los demás se acomodan o se marchan; no hay que tenerle miedo a la soledad, es una gran oportunidad para fortalecer el amor más grande de todos, el amor por uno mismo.

A lo mejor, la relación más desequilibrada puede ser la que tenemos con nuestro propio espíritu.

"Aprende a dar y a tomar con equidad"
Proverbio oriental










domingo, 8 de febrero de 2015

Tenemos más emociones que los hombres

Las mujeres tenemos una gama más amplia de emociones que los hombres; ellos parecen tener dos modos básicos: On y Off y sólo pueden atender un tema a la vez mientras que nosotras podemos estar en In between y manejar tantos temas como necesitemos.

Es por eso que nosotras no podemos permanecer mucho tiempo viendo un partido de fútbol, nos aburre un solo tema y creemos que mientras los tipos van y vienen detrás de la pelotita, podemos hacer algo más.  

Es enorme la capacidad femenina y muy alta la energía que produce nuestro espíritu, por eso si queremos contribuir a la evolución de la humanidad, debemos ocupar más y más posiciones directivas en la Educación, la Política, la Economía y todas la áreas que llevan siglos sin avanzar. Esta habilidad nuestra ha sido empleada para ser las secretarias y asistentes perfectas, pero que tal si fuera al revés, que nosotras demos miles de ideas y sean los hombres los que con su determinación y firmeza concreten uno a uno tantos proyectos que se nos ocurren. 

Nuestra mayor energía proviene de una mayor diversidad de emociones, tanto positivas como negativas y ahí radica el gran desafío de conocernos profundamente y saber transformar las debilidades en oportunidades.

Tener más emociones que los hombres es un problema para la convivencia, es como emitir nuestra señal en colores y que la reciba un decodificador en blanco y negro. Hacer conciencia de esta realidad nos puede ayudar a que valoremos más y canalicemos mejor nuestra energía para no desperdiciarla.

También podemos actuar con mayor comprensión hacia los hombres; esta condición no nos hace mejores o peores, sino distintos para justamente complementarnos. 

Si bien el que tengamos un mayor número de emociones debe ser una condición orgánica, la crianza y la educación juegan un papel muy importante; tenemos que permitir que los varones lloren y expresen todo lo que sienten desde chiquitos igual que con las nenas. 

En un proceso de transformación personal, se parte de reconocer cuáles emociones son las más frecuentes, cuáles las nocivas y cuáles las constructivas, para quedarse a fortalecer lo que vale la pena.

¿Puedes reconocer todas tus emociones?