¿Qué es el Coaching Holístico?

Informedades

  Si hacemos conciencia de que el cuerpo es la materialización del alma, vamos a poder interpretar cada síntoma como aquella alarma interna ...

domingo, 18 de junio de 2023

La niña abandonada

 


Superar el abandono de un padre y evitar que esa herida persista, es todo un desafío para muchas mujeres. 

Inconscientemente, cada hombre que aparece en el camino, se puede interpretar como aquel padre al que le damos una nueva oportunidad de quedarse, aunque también, inconscientemente, hacemos todo para que nos deje y seguir justificando el dolor.

Y precisamente es el dolor, el que hay que sanar; entender que el padre que se fue, se tenía que ir, y que desde ese lugar de padre, ya nos dio lo más importante: ser instrumento para que vengamos a este mundo.

No obstante, para llegar a esa claridad, debemos haber recorrido en forma consciente algún camino espiritual. Un sendero en el que hayamos tenido la oportunidad de conectar más arriba.

Y allí, en esas "esferas elevadas", vamos a poder reconocer un poder superior que puede ayudarnos a sanar esa herida del padre ausente y además, llevarnos al gozo de la vida misma. 

En la reconexión sincera con un poder supremo, podemos llegar a quedar en paz interna y listas para abrirle la puerta a un hombre que venga a ser un par, una pareja, no un protector, porque ya no lo necesitamos; el "padre espiritual" nos basta y nos sobra.

Debemos saber elegir y aprender a honrar a los buenos hombres con los que nos cruzamos, sin cobrarles las deudas de un padre que hizo lo que pudo y del que finalmente provenimos. 

Entre más mal hablemos de nuestro papá, más mal concepto tendremos de nosotras mismas, porque el padre es una de las hebras con las que el universo ha tejido nuestro ser.

"Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista". 

Michael Levine

Si requieres algún tipo de acompañamiento espiritual o emocional, escribínos a dulcinea.despierta@gmail.com



jueves, 8 de junio de 2023

¿Cuál vínculo te altera?

 


Somos seres dependientes unos de otros, por naturaleza. El ser humano, que no es un animal sino un ser de otro reino, necesita a otros para sobrevivir biológica, social, mental y emocionalmente. Si comenzamos por reconocer ese principio, esa ley natural que nos rige, vamos a poder poner en equilibrio nuestros vínculos.

Y los vínculos tienen categorías distintas, no nos produce lo mismo pelear con un colega de trabajo que con una pareja ó con la madre. 

Nuestra propia salud emocional se altera a partir de lo que nos va sucediendo día a día con los vínculos, según su categoría, unos naturales como los vínculos familiares y otros creados a lo largo de nuestra interacción con otros.

Hay vínculos pasajeros, circunstanciales, de momento; ahí entran todas esas conexiones que establecemos con alguien que simplemente nos cruzamos por un instante y a lo mejor no repercute adentro. Son aparentemente inocuos, no obstante, si chocamos con alguien en la calle y ese alguien nos insulta de cierta manera que toca una fibra muy profunda, un solo instante puede desencadenar un torrente de emociones que se irán diluyendo según resuenen o no con nuestra memoria celular.

Y los vínculos naturales, los de familia, están grabados en la memoria celular; por eso es tan difícil olvidar una ofensa de un pariente, por lejano que parezca. En el árbol genealógico no hay parientes lejanos, todos los tenemos integrados en nuestras células y por algún lado existe concomitancia, incluso con aquellos que no conocimos o que ni siquiera sabemos que existieron. ¡Solo los nombres nos van a revelar similitudes asombrosas!

En la jerarquía de los vínculos, los familiares son los que más nos afectan, hasta que reonocemos plenamente el lugar de cada uno y lo honramos con generosidad y sinceridad. El padre es el padre por malo que haya sido, igual que la madre. Y entre la conexión con la madre y la conexión con el padre hay grandes diferencias de intensidad emocional, independiente de que tan buenos nos parezcan o si no los tuvimos o ya se fueron.

La madre y el padre representan el origen, nuestro origen. Y en la medida en que ponemos en orden estos vínculos, vamos a poder sanar todos los demás. Es inútil esperar que estos vínculos sean equitativos; jamás vamos a poder darle a nuestros padres lo que ellos nos dieron, solo podemos dignificar su lugar, reconocer que son personas como nosotros con debilidades y fortalezas y que se echaron al hombro la responsabilidad de traernos a este mundo porque nuestra alma quiso venir. Habrá unos que abandonaron esa responsbailidad por el camino o que no la aceptaron del todo; más vale que los perdonemos, porque de lo contrario vamos a exhibir siempre ese faltante de nosotros mismas.

Los hijos siempre serán los chiquitos y los padres los grandes, los que muestran el camino y van más adelante; por más que corramos, nunca vamos a alcanzar a nuestros padres, siempre nos llevaran una ventaja, de la misma forma que por más que se esfuercen, nuestros hijos no van a poder alcanzarnos.

Por eso los conflictos con la madre o el padre o con los hijos. no deben resolverse para quedar en equilibrio sino para quedar en el lugar correcto. Sin deudas, porque el orden natural establece un dar y un recibir proporcionado. Lo que da una madre no puede medirse ni en cantidad ni en calidad, es lo que puede dar, del mismo modo que lo que da un hijo no admite comparaciones, porque es lo que ese hijo puede dar. El problema son las falsas expectativas y los rencores que cargamos, exigiendo siempre que el otro nos compense o pague por lo que consideramos nos dejó de dar o nos dio mal.

Esas diferencias en la relación con padre y madre, son las que luego trasladamos inconscientemente a otros vínculos, porque cada hombre con el que nos cruzamos como pareja, jefe, amigo o colega, va a resonar con la figura del padre y cada mujer con la que interactuamos en cualquier ámbito, va a resonar con la figura de la madre.

El autoconocimiento es el camino para reconocer en nosotras mismas lo mejor que pudieron dar nuestra madre y nuestro padre, y agradecerlo.

"Un buen padre vale por cien maestros".



 


jueves, 1 de junio de 2023

Sumergirte en vos

 

Culturalmente no existe el respeto, el espacio y la "licencia" para estar "yo con yo" de manera sana y constructiva. En un mundo híperconectado, la propia adicción a las redes sociales y esa sensación de estar "dentro" de algo, nos deja fuera de nosotras mismas.

Hay que encontrar el momento y el lugar para "escapar" de vez en cuando, de todos los sistemas a los que pertenecemos; familia, trabajo, amigos y el mundo virtual que a veces aplasta.

Y debe ser un espacio constante, algo que tenga frecuencia e intensidad, para que logre transformar nuestra energía interna. ¡Es fácil! Hay que marcar en la agenda personal una cita contigo misma, todas las semanas y encontrar ese lugar en el que tu alma sienta alegría, serenidad o lo que necesites, según la etapa por la que estés atrvesando.

Por fortuna, todavía existen las bibliotecas públicas y muchos otros espacios gratutitos para acomodarnos como mínimo un par de horas, sin caer en el cliché de la postura de loto a lado del árbol. La propuesta es hacer algo más dinámico, que intervenga tu propio espacio y que obligue a tus sentidos a intercambiar información con el entorno.

Es más que necesario sumergirnos en nosotras mismas y seguir descubriendo ese verdadero ser que se oculta detrás del personaje social que hemos construido a lo largo de la vida.

A lo mejor nos podemos encontrar con gratas sorpresas y allá en las profundidades del alma, reconocer la belleza que subyace e intenta salir a la superficie.