Creerte una persona inculta, pobre, ignorante y fea, puede hacerte tanto daño como creerte hermosa, exitosa y todopoderosa.
Las creencias son esas afirmaciones que damos por ciertas y que muchas veces ni siquiera nos permitimos revisar, las vamos repitiendo porque nos conviene creerlas, nos las han inculcado a fuerza de repetición y a veces a punta de amenaza.
Las jornadas de meditación sirven entre otras cosas no sólo para limpiar la mente, también nos permiten dilucidar, encontrar respuestas a nuestros propios interrogantes y permitirnos tener una visión propia de muchas cosas que han sido definidas y etiquetadas por otros.
Afirmar algo en lo que realmente no crees causa desarmonía, vivir de una manera contraria a lo que crees causa desarmonia y la desarmonia causa daño.
Llegar hasta el fondo de tus creencias te permite reafirmar tus convicciones, conocer los conceptos en los cuales basas tus decisiones y los obstáculos que tu misma te pones.
Las creencias también pueden enfermarte, depende de que tan despierta estés. Las creencias pueden ser un trampolín que te lleven a conquistar nuevos mundos o pueden ser una cárcel en la que te mantienes aunque tu tengas la llave.
"Como a nadie se le puede forzar para que crea,
a nadie se le puede forzar para que no crea"
Sigmund Freud