En este mundo de inmediatez e ilusiones, en el que hay una mayor conexión con los demás pero una gran incomunicación y falta de diálogo, conviene revisar el poder de una herramienta infalible para salir de cualquier situación difícil: la oración.
Se ha impuesto la meditación, que por supuesto nos aporta la posibilidad de mirarnos por dentro y concentrar nuestro poder interior en aquello que queremos resolver o afianzar.
Sin embargo, la oración tiene un efecto distinto, no es yo con yo como la meditación, sino yo con algo superior que cada cual imagina a su manera pero en todo caso es una dimensión sobrenatural en donde no existen las limitaciones del mundo terreno. Por el contrario, podemos encontrar la sensación de estar acompañados y eso nos brinda fortaleza para enfrentar los tramos complicados del camino.
Rezar antes de dormir o al despertar, dando gracias, pidiendo iluminación, pidiendo ayuda o cualquiera que sea la motivación para entrar en contacto con un plano superior, disminuye el estrés y la ansiedad.
Está científicamente comprobado por médicos integrativos que un paciente que reza y cree en algo más que la vida terrena, tiene más probabilidades de recuperarse y curarse que otro que depende al ciento por ciento de los procedimientos clínicos.
La oración hace la diferencia cuando queremos entender y lograr algo; sólo basta creer que formamos parte de un mundo más grande y que necesitamos ayudas distintas de lo que puede ofrecernos el mundo material, limitado y limitante.
Las religiones no han sabido explicar el poder de la oración porque la han impuesto y la han convertido en un ritual mecánico, pero si dejamos que hable nuestro corazón y pedimos exactamente lo que queremos, podemos estar en armonía, sin obsesionarnos con los resultados.
"La plegaria no es un entretenimiento
ocioso para alguna anciana.
Entendida y aplicada adecuadamente,
es el instrumento más potente para la acción".
Mahatma Gandhi
Político y pensador indio
1869 - 1948
