Tal como lo dice aquella canción de La ley, parece que el dolor es lo que nos lleva a elegir la felicidad, siempre y cuando estemos despiertas y no nos conformemos con lo que creemos es nuestro destino.
Eso que nos duele es precisamente lo que nos está invitando a accionar para nuestro bienestar.
Si te duele no poder ver a alguien, debes transformar el desapego. Si te duele haber cortado una relación afectiva, debes fortalecer tu amor propio. Si te duele estar sin trabajo, debes valorar el tiempo libre.
Justo lo que te causa una herida es lo que te está señalando el aprendizaje.
Los seres humanos fluímos entre el dolor y la dicha, la risa y el llanto, dormir y estar despiertos.
Nuestro día va en ciclos, nuestra vida también. Somos una barca en alta mar pero no tenemos por qué ir a la deriva.
Tomá el timón de tu embarcación y salí de la zona del dolor. Aprendé a decir no, a fijar límites y a sacarte de una vez por todas el puñal que alguien te tiene hundido en el coraón porque tú se lo permites.
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