Los hombres se admiran mutuamente, se contratan, se dan premios unos a otros, se elogian desde los medios, se recomiendan en los trabajos y en general mantienen una solidaridad de género que no hemos podido desarrollar las mujeres.
Las mujeres sufrimos de una emoción que parece estar menos desarrollada entre los hombres: envidia.
Quizás tiene que ver con siglos y siglos de discriminación y sub valoración; a lo mejor traemos un trauma colectivo y seguimos pensando que tenemos que abrirnos paso a codazos porque infortunadamente sigue siendo así en muchos contextos y tristemente las propias mujeres son las que le cierran las puertas a otras mujeres, por miedo a ser superadas.
Si cada mujer pensara en ayudar más a otras mujeres y realmente le abriera espacios laborales, culturales, sociales, podríamos prescindir de ciertas prácticas indeseables que usamos para ganar espacios en un mundo con predominio masculino.
Si lográramos ver que en las otras mujeres está nuestro reflejo y en vez de poner palos en la rueda podemos reconocer el liderazgo femenino y apoyarlo tanto como al liderazgo masculino, tendríamos más y mejores oportunidades.
Son las mujeres las que predominan en las áreas de selección y contratación laboral, cupos de estudio, ascensos, permisos, premios, becas. ¿Por qué entonces nos cerramos nosotras mismas los caminos? Por envidia.
Y la envidia se cura cuando uno reconoce sus debilidades y admite las fortalezas del otro, sin miedo, con generosidad y amor incondicional.
Desde este breve espacio, ¡Proclamo que muera la envidia entre los seres humanos! y por el progreso de la humanidad, ¡Que muera la envidia entre las mujeres!
"La amistad entre dos mujeres
comienza o acaba por ser un complot
contra una tercera"
Alphonse Karr
Escritor francés
1808 - 1890